Conoce estos emblemáticos edificios y el bello paisaje que los envuelve
A principios del siglo XIX, en este municipio con su extensísimo término municipal de Benissa, muchos vecinos vivían en sus más de 50 partidas rurales, alejados del núcleo urbano, y se veían obligados a convertirse en una comunidad casi autosuficiente. Tan sólo bajaban al pueblo en fechas muy señaladas, para comprar, ir al médico o el día de fiesta mayor, quedando muchas veces relegada a un segundo plano la práctica religiosa. Por este motivo se construyeron unas pequeñas iglesias, las ermitas.
Unos emblemáticos edificios que formaron parte de las partidas rurales más pobladas y en las otras, con menos vecindario, se conformaban con la capilla privada de las casas señoriales que abrían sus puertas para realizar actos religiosos. También se construyeron pequeñas escuelas para educar a los niños que allí vivían.
Estas ermitas son las protagonistas de una ruta de la que el departamento de Turismo benissero se siente orgulloso e invita a conocer.
La primera y más bella es la Ermita de Santa Ana a la que se puede acceder en coche o a pie, aunque para disfrutar del recorrido de tan solo un kilómetro de distancia se recomienda ir andando. La ruta, de 20 minutos, empieza desde la parada de autobuses por un camino asfaltado dejando a la izquierda el lavadero del Pou d’Avall.
Al llegar a la ermita, que data de 1613, el visitante queda maravillado por su bonita fachada de piedra arenisca y su puerta de arco de medio punto. En su interior destaca el altar, presidido por Santa Ana y las restauradas pinturas barrocas que descubrieron en 2002.
Otra de las capillas de esta curiosa ruta es la de Benimarco, en honor a San Jaime, y a una distancia de cuatro kilómetros del municipio. Para llegar a ella se toma la carretera en dirección a la Fustera hasta un cruce, a la izquierda. A un kilómetro se llega a una gran plaza con una cruz central, en la que se alza la ermita del año 1884.
La particularidad de la capilla es que pertenece no sólo a Benissa, también a Teulada.
A su izquierda también está la antigua escuela. Desde allí hay que disfrutar de sus magníficas vistas que destacan por el azul del mar Mediterráneo.
Tomando el mismo acceso y continuando dirección Calp, se llega a un cruce a la derecha con el indicativo de Pedramala. A 400 metros hay una señal que indica la llegada a una nueva ermita.
Una capilla que data del siglo XIX, que se construyó en honor a San Vicente Ferrer y que, al igual que la de Santa Ana, tampoco tiene escuela ya que está muy próxima a la de Benimarco. Son 245 metros de altura sobre el nivel del mar los que la convierten en un mirador donde contemplar desde el Peñón d’Ifach hasta el Moraig.
Retrocediendo a Benissa y siguiendo la N-332 a su paso por el municipio dirección Calp, a unos 2,5 kilómetros a la derecha, se llega a una gran plaza donde está la ermita de Benimarraig. Fue construida paralela a la carretera y, a diferencia de las otras, el acceso no está enfrente del altar, sino a la derecha de la entrada y la campana, que en todas está encima de la fachada principal, queda a la izquierda de la ermita. El altar lo preside Santa Teresita del Niño Jesús y la escuela está adosada a la ermita.
Más lejana a Benissa, a nueve kilómetros se encuentra la ermita de Pinos, en honor a Santa Bárbara. Delante del templo hay una gran plaza con la tradicional cruz, casas a su alrededor, a su izquierda la del párroco y a pocos metros la antigua escuela.
La última ermita de la curiosa ruta es la de Lleus, en honor a los Santos de la Piedra, Abdón y Senén, a cinco kilómetros del municipio, con una pequeña escuela inaugurada en 1935.
La particularidad de la ruta de las ermitas es poder hacerla en un mismo día o dedicar más tiempo a cada una de ellas y sus alrededores, para descubrir la historia de Benissa a través de estas edificaciones.
Ermitas que abren sus puertas en verano cuando celebran los festejos en honor a sus santos.
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