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¿Trabajaste en INDISA S.A? Se busca a Tuft la mascota del pequeño madrileño Aitor

¿Trabajaste en INDISA S.A? Se busca a Tuft la mascota del pequeño madrileño Aitor

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y este reportaje, además de ser uno de los más bellos, llega lleno de ilusión y nos refleja que el destino o la casualidad muchas veces se cruzan en nuestras vidas. Como esta es una historia que parece de cuento, nos van a permitir que

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y este reportaje, además de ser uno de los más bellos, llega lleno de ilusión y nos refleja que el destino o la casualidad muchas veces se cruzan en nuestras vidas.

Como esta es una historia que parece de cuento, nos van a permitir que empecemos como si de uno de ellos se tratase. Érase una vez Aitor, un niño madrileño quien dormía, jugaba… que pasaba los mejores momentos de su vida pegado a un perrito de trapo, el mismo con el que pasó la infancia su mamá. Pero el tiempo no pasó solo para la madre y el hijo, sino también para “Archi “, que así se llama el muñeco. El deterioro era tal, que apenas se podían distinguir sus rasgos.

Tuft

Es aquí, en esta parte del cuento, cuando El Mirall de La Marina, se convierte en protagonista ya que el destino o la casualidad hizo que esta madre leyese uno de nuestros reportajes, concretamente el del día 31 de julio de 2018 https://elmiralldelamarina.es/cena-de-empresa-de-industrial-benisa-s-a/ y allí estaba la mascota de su hijo, que había guardado alguno de estos trabajadores benisseros.

Tuft

CARTA AL DIRECTOR

Fue ahí cuando esta madre decidió escribir a nuestro email:

Tras ver su reportaje sobre la cena de empresa del industrial Benisa SA, he reconocido una de sus mascotas en una de las fotos publicadas. Se trata de un perrito de trapo, que por casualidad yo tengo conmigo desde que tenía 3 años, pues me lo trajo mi madre, que se lo regalaron para mí y desde entonces se convirtió en mi mascota preferida.

De eso han pasado 41 años y resulta que aún descolorido y muy estropeado, sigue siendo la mascota preferida de mi hijo de 6 años. Desde que nació es él quien duerme con él y lo tiene siempre a su lado. El motivo de ponerme en contacto con ustedes, es que llevo intentando buscar el mismo muñeco para poder darle una sorpresa a mi hijo mucho tiempo y es al ver el reportaje, cuando me he llevado una gran alegría al ver de dónde procedía. No sé si será posible hacerles llegar mi petición, pues ya después de tantos años que cerró la empresa, quizás no tengan ningún ejemplar del perrito. Pero les agradecería mucho su intermediación para intentarlo, pues harían a mi hijo muy feliz y a mí también. Les adjunto foto del nuestro y del publicado. Justo hoy mis hijos jugaban a los doctores para cuidarlo e intentar salvarlo porque cree que se está muriendo por lo viejecito y delicado que está.

Por otra parte, lamento mucho que la empresa cerrara, pero es muy emotivo comprobar el cariño de sus trabajadores hacia la empresa y entre todos los compañeros. Es un reencuentro muy conmovedor.

Una carta que nos tocó el corazoncito y que esperamos también le llegue al de alguno de estos trabajadores que tienen en su propiedad algún ejemplar de Tuft, nombre original de Archi la mascota de Aitor.

Una madre ejemplar que nos comenta que “por mis hijos y por mantener sus ilusiones, las cuales considero que a futuro serán, una parte muy importante de su infancia, que recordaremos siempre con muchísimo cariño. Hago y haré en todo momento, todo lo que pueda y esté en mi mano”.

Tuft

Como podéis leer esta es una bella historia que llega a erizarnos la piel y a hacernos sentir mariposas en el estómago y que nos cuenta cómo hace unos 40 años una madre, que, trabajada como asistenta de un directivo de Cortefiel en Madrid, le daba a su hija un peluche que este le había regalado y que años más tarde, ella regalaría a su hijo.

Tuft

Ni ella ni su pequeño se han separado nunca del muñeco y ahora Aitor le cuida mucho más ya que dice que está tan viejecito que tiene miedo de que pueda morir. Una obsesión que le hace sufrir mucho por el posible fatal desenlace, por eso su madre y su hermano le han dicho que lo van a llevar al hospital de muñecos para que lo curen. Una cita hospitalaria de la que está pendiente de contestación.

Esta es la historia más bella que hemos escrito en todos estos años y si empezábamos a modo de cuento, nos van a permitir que lo terminemos igual con un colorín colorado, pero esta vez el cuento no se ha acabado, ya que esperamos que algunos de los trabajados de la fábrica INDISA de Benissa se ponga en contacto con nosotros y podamos escribir que Aitor y Archi fueron felices y comieron perdices.

 

Raúl Martínez
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