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Severino Llobell, recorrido vital por el mundo empresarial de la distribución de bebidas

Severino Llobell, recorrido vital por el mundo empresarial de la distribución de bebidas

Hoy en “Miralleros en Blanco y Negro” entrevistamos a este gran empresario

A dos meses de cumplir 92 años, Severino Llobell Cuello, es una caja llena de recuerdos imborrables. Un teuladino de pro, auténtico, empresario, visionario, luchador, amante de su pueblo, de la música, su familia y de su empresa, Sevisal. Una empresa distribuidora de bebidas para hostelería desde hace 53 años.

Hoy en “Miralleros en Blanco y Negro” viajamos a través de sus recuerdos a una época en la que no era fácil emprender, en la que se invertían muchas horas y donde se optimizaba el tiempo y la economía. Una conversación mágica, porque a sus 91 años Severino es una mente lúcida.

severino llobell

Acude a su cita acompañado de sus hijos, Magdalena y Salvador. Un hombre que ha dedicado toda su vida a trabajar, nos cuenta entre risas, «poco he viajado tan solo a Mallorca y Tierra Santa. En 50 años solo he tenido 24 días de vacaciones». Abuelo de Joan, Salvador y Paula, lleva felizmente casado desde el año 1961 con Vicentica.

Severino cuéntenos cómo se adentró en el mundo empresarial

Fue en los años 70. Yo llevaba trabajando 20 años, 8 meses y 3 días en una empresa de Teulada también distribuidora de bebidas regentada por Fernando Vila Llobell. Él tenía dos hijas que no querían hacerse cargo del negocio y llegamos a un buen trato comercial para comprarle la empresa.

En aquella época yo tenía unos 40 años y me adentré en este mundo empresarial junto a dos socios, Vicente y Salvador, conformamos una sociedad y le pasamos a llamar Sevisal con las iniciales de los tres fundadores.

Crearon la empresa Sevisal en 1970 ¿Recuerda cómo fue esa época?

Fueron tiempos difíciles, al principio nos costaba trabajar de día y noche. Recuerdo que el socio más joven me decía “Severino toda la vida tendremos que trabajar de noche” (Risas). Se trabajó muchísimo para sacar adelante la empresa y en tres años de plazo le pagamos a mi exjefe, dos años antes de lo pactado.

Unos tiempos aquellos donde los tres socios salíamos a repartir todos los días. Teníamos trabajando con nosotros a un chico en la oficina que nos ayudaba bajo mis nociones en contabilidad que me enseñé a través de clases particulares con un gran profesor que tuve. Así que después de trabajar iba a clases de contabilidad durante 9 años.

Inicios difíciles

De constancia. Recuerdo una vez que un proveedor de una marca grande no quería que nosotros comercializáramos su producto si no había garantías. Así que nos fuimos a Madrid a hablar con ellos y se consiguió. Los otros proveedores todos me conocían de la otra empresa y me buscaban a mí.

Conseguimos grandes marcas punteras en el mercado como La Asturiana, la Casera, Font-Vella, Granini o la cerveza San Miguel, que me costó ir a Málaga a hablar con la dirección general, y Coca-Cola. Como la venta no era tan grande como ahora se podía llevar adelante.

Tiempos en los que se necesitaba financiación ¿Cómo era el proceso?

Hoy en día nos parecerá una miseria, pero en aquel tiempo recuerdo que pedimos una financiación de 500.000 pesetas a la Caja de Ahorros Sureste de España y llegamos a pagar un 18 por ciento de intereses. Era cuando gobernaba Felipe González. Una cantidad tremenda, pero se podía pagar (Risas).

¿Cuáles eran los principales mercados de distribución?

Sevisal repartía bebidas en Teulada, Moraira, Benissa, Senija y Gata. Y en 1993 conseguimos el mercado de Xàbia para la distribución de la cerveza San Miguel gracias a un favor que le hice a un buen amigo en un momento delicado de controversias con la marca. Xàbia ha sido un buen mercado de venta y continúa siendo.

Alguna anécdota que recuerde

Sí, recuerdo que en 50 años nunca hemos devuelto ninguna letra al banco, pero un día el banco me llama y me dice que se había devuelto una letra bien gorda. Yo le comenté que lo veía difícil, que me la enseñara.

Me la da, la miro, la leo y le comento: “Mire este pueblo se llama Teulada y está en la provincia de Alicante y la letra dice Tudela, que está en Navarra. Un poco lejos”. (Risas). El banquero me pidió perdón no sé cuántas veces.

Tres socios al pie del cañón ¿Cómo se organizaban las tareas?

Al principio, los tres salíamos a repartir, pero conforme iba creciendo la empresa se empezó a contratar a trabajadores para que nos ayudaran y desde el 1993 ya estaba funcionando como hasta ahora. En los años 80 compramos unos terrenos para construir el almacén donde ahora está ubicada la empresa en el número 10 de la calle Ondara y más tarde los terrenos de enfrente para guardar los camiones.

Nunca fue complicado el buscar clientes, porque no había tanta competencia, lo que era complicado es si alguno te dejaba a deber, que siempre había.

La organización de la empresa iba sobre ruedas con la incorporación de nuevo personal, en total, teníamos unos 12, hasta que perdimos a nuestro socio Vicente y nos quedamos Salvador y yo. Siempre hemos contando con grandes profesionales, que desde aquí quiero agradecer a cada uno de ellos que ha pasado por Sevisal a lo largo de estos años por su ayuda, y a Paqui, que ha estado hasta que se ha jubilado como gerente en la empresa.

Y todo el trabajo y esfuerzo ha valido la pena, ya que su hija y el hijo de su socio han continuado con el negocio ¿Cómo ve la empresa hoy en día?

La verdad es que sí. Es la segunda generación de Sevisal que gracias a Magdalena y Juanjo la empresa ha progresado mucho más. Siempre les he dicho que, si no querían continuar que la vendieran, y, de hecho, tenía un comprador.

¿Aún les da algún consejo?

Muy pocos. Sin embargo, su hija comenta, “Todos los días le llevo el trabajo para que lo repase”. Siempre le digo que vaya con cuidado con los bancos, porque ellos también se equivocan.

Si mira en retrospectiva ¿Cambiaría algo de su vida empresarial?

No he conocido nada más que esto. Me he dedicado a trabajar desde los 17 años hasta que me jubilé, por lo que no cambiaría nada. Además, cada paso que hacíamos lo estudiábamos mucho.

Mil gràcies Severino. Un gust d´escoltar, sentir, xarrar i aprendre d´una vida viscuda amb tanta intensitat.

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