Una prueba que, según explica Santi Ferrando, es conocida por ser la carrera a pie más dura del planeta y con más de mil corredores de medio centenar de países. Durante 6 días los participantes han de cubrir una distancia equivalente a 6 maratones (257km) por el desierto del Sáhara a temperaturas máximas de 50ºC. Al ser la carrera en autosuficiencia, cada corredor ha de cargar en todo momento su mochila con todo lo necesario para subsistir durante esos seis días, incluyendo la comida, saco de dormir, ropa, etc

La organización únicamente te provee con unos 15 litros de agua diarios y una jaima (tienda de campaña saharaui, que consta de un toldo y una alfombra) por cada ocho participantes. Y, por supuesto no hay duchas, has de ocuparte de tu higiene personal como puedas, por no hablar de que llevas puesta la misma ropa todos los días.

Queremos agradecer a Santi Ferrando el habernos dejado ojear su diario para conocer mejor este prestigioso maratón y cómo lo ha vivido. Este es su testimonio.

Me llamo Santi Ferrando. Soy un chico Calpino de 25 años que actualmente vive en China. Soy un apasionado de las carreras, en concreto las de larga distancia por la naturaleza. En este caso participe en el Marathon des Sables, la que dicen es la carrera más dura del mundo. No fue fácil para mí llegar hasta Marruecos, tuve que pasar por tres continentes antes de llegar. Asia (China) – Europa (Madrid) – África (Marruecos) y lo mismo para volver. Fueron 8 vuelos en total, una autentica paliza, pero os aseguro que valió la pena. Fue la experiencia más bonita de mi vida, así que será un placer compartir con vosotros mi aventura en mi segunda colaboración con El Mirall de la Marina. 

Cuando me inscribí para esta carrera hace más de un año (imprescindible hacer la inscripción como mínimo un año antes por la demanda tan alta) no era consciente de lo que estaba haciendo. Por aquel entonces únicamente había realizado 3 ó 4 maratones de asfalto, nada más. Menos mal que durante este último año fui preparándome como es debido.

Corrí una carrera de 50km por el desierto de Gobi, otra de 100km por etapas en 3 días por poblados minoritarios del sur de China y otra de 100km del tirón en las montañas de Hong Kong que me sirvieron no sólo físicamente sino también psicológicamente para afrontar la carrera. Los meses previos a la carrera estuve entrenando con 7 capas de sudaderas para emular el calor del desierto, entrenaba sin beber, corría con una mochila de 9kg para acostumbrar la espalda y muchas noches dormí en el suelo de mi casa.

Tuve la suerte de compartir la jaima nº 11 con 7 compañeros fantásticos, éramos 4 jóvenes y 4 veteranos. Me sorprendí mucho al ver a José, de Arganda de Duero, Burgos portar en todo momento un arco con 3 flechas. Nunca imaginé que correría toda la carrera con semejante lastre, pero me contó que lo hacía en homenaje a dos amigos suyos que no pudieron venir a la carrera y que tiraría una flecha al comienzo, otra en la mitad y la otra al finalizar la aventura. Y así lo hizo, cumplió con su promesa, se convirtió en una celebridad en el campamento y todos le conocían como “El Arquero”. Ya os iré hablando del resto más adelante.

La primera etapa he de reconocer que fue durísima, quizá más dura que cualquier otra carrera en la que haya participado antes. Eran “solo” 34km, pero los primeros 15 fueron en su totalidad sobre dunas del tamaño de montañas, no me lo podía creer, todo apuntaba a que el primer día sería muy largo. Una vez terminado el tramo infernal de las dunas, era imposible esperar algo peor, pero sucedió lo imposible. Tras las dunas nos esperaba una tormenta de arena que nos acompañaría hasta la meta, impidiendo que avanzáramos correctamente. Según comentan los veteranos fue una de las etapas más duras de la historia de la carrera, hubieron más de 50 abandonos y el director de la carrera tuvo que extender 1h y media el tiempo de corte por la extrema dureza. Conseguí superar el primer día ganándole el pulso al desierto, ahora “solo” quedaban 223km.

La primera noche en el campamento fue bastante dura. Hay que acostumbrarse a dormir en el suelo sobre piedras, aguantar las bajas temperaturas y soportar los ronquidos que aparecen por todas partes. Pero esto es solo al principio, a medida que pasan los días la jaima se convierte en tu hogar y acabas formando parte del desierto.

Las etapas 2 (41km) y 3 (37km) fueron mucho más viables comparadas con el primer día. La etapa 2 fue relativamente plana así que decidí correr todo lo que pude pero el desierto me jugó una mala pasada. A los 30km me encontré muy mal y tuve que terminar el día andando. El Sáhara te coloca rápidamente en tu lugar. Ese día aparecieron las primeras ampollas en los pies. Al llegar al campamento las reventé todas, inyecté Betadine y vendé, listo para afrontar el día siguiente.

La etapa 3 me la tomé con mucha tranquilidad, no quise cansarme ya que al día siguiente tocaba la etapa más larga, 84km (equivalente a dos maratones consecutivos).

Otro de los compañeros de jaima que me sorprendió mucho fue Antonio Lledó, para nosotros era un héroe. Es diabético de Tipo1, aunque nadie lo diría. Ha creado una asociación (Diabetes No Fear) para demostrar que la diabetes no es el límite y que con el cuidado adecuado cualquier diabético puede hacer deporte he incluso hacer carreras tan salvajes como estas.

Para mí, esta sería una etapa clave. Si lograba terminar los 84km “solo” me quedarían 61km para completar en las dos últimas etapas y empezaría a ver la luz al final del túnel. Fueron 20h interminables que logré hacer del tirón, me sentí muy satisfecho y dispuesto a terminar lo que había empezado. El dolor de espalda de llevar la mochila de 10kg ya ni la notaba, me había acostumbrado a correr con 6 ampollas en los pies y los ronquidos de los compañeros sonaban más bien a una dulce nana.

Don Pedro y Ángel. Don Pedro, el tío con más cojones de toda la jaima y el veterano del grupo con dos Marathon des Sables a sus espaldas. Menudo guerrero. Pese algunos problemas en los pies no quiso abandonar en ningún momento, estaba empeñado en terminar, y así lo hizo (Al cabo de una semana de terminar sables, corrió el maratón de Madrid, es insaciable). Si cuando tenga su edad tengo la mitad de determinación que él, estaré satisfecho.

Aunque la especialidad de Ángel son los triatlones y las travesías en mar abierto, ahí estaba el, dispuesto a desafiarse a si mismo en el desierto. Los primeros días lo paso fatal, problemas gastrointestinales, pero supo recomponerse y ganarle la partida al Sáhara. También fue uno de los causantes de que lo pasásemos tan bien en el campamento, tiene un gran sentido del humor.

Penúltimo día (En realidad último, ya que la sexta etapa aunque es obligatoria ya no cuenta a nivel de clasificación. Es una etapa solidaria de 17km para Unicef). Etapa 5, 42km.

Hay gente que sueña con correr esta mítica distancia y la prepara durante años, nosotros la correríamos en el desierto a 48ºC y tras 196km recorridos en los días previos. Al saber que es el último día te da todo un poco igual, ya no necesitas reservar energía para los siguientes días, ni guardarte más comida, solo queda disfrutar de la última etapa del Marathon des Sables.

Javi “El Vidriero” y José “El Arquero” los dos de Burgos, fueron los encargados de que nuestra jaima fuese la que más había comido de todo el campamento, creo que terminamos pesando más que cuando empezamos. Todos íbamos muy bien preparados con nuestras barritas, geles, comida liofilizada y demás suplementos deportivos. Ellos lo que trajeron fue: jamón, queso, cocido, aceitunas, vino, anchoas, pan… No podíamos parar de reír, cada día sacaban algo nuevo y como traían tanta comida pues nos aprovechábamos todos. Dos tíos muy auténticos que recordaré toda la vida.

Ahora sí, último día, etapa solidaria, entrega de medallas y noche en el hotel tras 9 días sin duchar y durmiendo en el suelo.

Los componentes de la jaima 11 al completo decidimos hacer esta etapa juntos y andando, ya que no contaba en cuanto a clasificación. Aprovechamos para rememorar todo lo vivido y preparar próximas aventuras juntos. Fueron sólo 17km, pero tardamos casi 5 horas en terminarlos. Se nos hizo eterno pero fue nuestra manera de despedirnos del desierto como tantos otros participantes.

Marcelo “Churro” y Miguel Ángel “Burdalo”, el primero de Costa Rica y el segundo de Madrid. Dos chicos de los que aprendí muchísimo y que se han convertido en muy buenos amigos, al igual que el resto. Churro es una persona súper positiva, no vas a verle enfadado nunca y lo mejor de todo, sabe transmitirlo. Es uno de los mejores corredores de montaña de Costa Rica y así lo demostró en Sables, quedando en el top 70 en su primera participación. Burdalo, gran corredor y otro que tal baila… No se quejaba de nada, siempre con la sonrisa en la boca y dispuesto a ayudar en lo que fuese.

¿Marathon des Sables, sueño o pesadilla?

Cuando hago balance de lo ocurrido, sí que es verdad que pienso en todo lo que he sufrido y lo cruel que ha sido esta carrera, pero mis mayores aventuras serán mis mejores recuerdos. No me arrepiento ni por un segundo de haber ido. A corto plazo no volvería, pero en un futuro nunca se sabe. Por el momento quedan muchas aventuras por el mundo que vivir.

PRÓXIMA PARADA: Correr 100km en Beijing, China.

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