Hoy en “Miralleros en Blanco y Negro” viajamos a Senija a través de sus testimonios
Juanita Santacreu, Teresa Martí y Pepita Argudo son tres mujeres senijeras, que tienen en común el ser unas mujeres luchadoras, empresarias, con mucho amor por su pueblo y que trabajaron duro para engrandecer el comercio y la hostelería local.
Hoy en “Miralleros en Blanco y Negro” nos hemos sentando con ellas para conversar y hacer memoria de cómo era el comercio en aquella época en esta bella localidad de la Vall de Pop, Senija.
JUANITA SANTACREU
Juanita fue una de esas mujeres que, de bien joven, a los 16 años, emigró a París. Su hermana ya estaba allí, porque junto a ellas fueron muchas las mujeres que decidieron marcharse a 1.500 km de sus casas con el fin de ganar dinero y tener un futuro mejor. Juanita fue la más joven de Senija que se fue a París en esa década. Eran conocidas como “Les franceses de Senija”.
Juanita recibió una carta de su hermana que le contaba que le había conseguido un trabajo, cuidar en verano a los hijos de la familia donde ella trabajaba. “Fui la persona más feliz del mundo y me fui sola a París. En un principio, el trabajo era para 3 meses, pero como me gustó tanto al final estuve 10 años”.
Recuerda esa etapa como “la más feliz de mi vida. Salir de un pueblo tan pequeñín para irme a una ciudad tan importante fue increíble. Me casé con Manolo y dos de mis hijas nacieron allí”. Relata que regresaron a su pueblo natal años después y tuvieron la oportunidad de comprar un bar en los años 60.
“Empecé a abrir el bar todos los días, y al tener la autopista, eran muchos los que venían a comer todos los días. Estaba en la cocina y sirviendo al mismo tiempo, hasta que mi marido se dejó su trabajo y entre los dos empezamos a llevarlo”, destaca.
Un negocio que lo gestionaron durante muchos años y fue muy conocido en la zona por esa cocina tan tradicional, que ha tenido relevo generacional primero sus dos hijas, y ahora lo regenta una de sus hijas y su yerno, cumpliendo este año su 50 aniversario.
TERESA MARTÍ
El caso de Teresa Martí también es digno de relatar. De familia de panaderos, como ella dice, “nací en el horno”, entre risas. Sus padres llevaban el único horno que había en Senija. De bien joven, aún iba a la escuela, ayudaba a su padre a realizar las tareas en el horno.
“Recuerdo que a veces después de irnos al cine llegaba a casa y mi padre me pedía que le ayudara. Y nos acostábamos a las 3 o las 4 de la mañana. Eran otros tiempos”, comenta Teresa. “Me casé, y mi marido y yo nos encargamos de gestionar el horno, así unos 12 años. Luego mi hermano se encargó del relevo generacional hasta que se cerró hace unos años”, destaca.
PEPITA ARGUDO
Pepita también junto a su marido abrieron un bar-restaurante en su pueblo. “Al principio mi marido quería poner una granja, pero al final abrimos un bar y lo llevamos 40 años en una gran época para el pueblo donde había muchos negocios”.
Años duros de trabajo donde Pepita estaba en la cocina cocinando platos tradicionales para sus clientes, recuerda con añoranza.
Una época donde Senija el comercio y la hostelería estaba en auge. Juanita, Teresa y Pepita comentan que habían 3 tiendas, 3 carnicerías, 4 bares-restaurantes y una panadería. Pero al progresar las poblaciones cercanas y abrir grandes superficies fue desapareciendo el pequeño comercio de Senija quedándose 3 bares-restaurantes, una farmacia y un estanco.
VENTAJAS DE VIVIR EN UN PUEBLO COMO SENIJA
“Que todos somos una gran familia y nos ayudamos entre todos”, sentencian. Aunque reclaman que les gustaría tener más actividades para la Tercera Edad como alguna clase de baile de bachata para alegrarnos la vida. Las tres comentan que son muchas personas extranjeras las que han decido residir en Senija por la tranquilidad y si alguien abriese alguna tienda de comestible funcionaría.
CONSTITUYEN LA ASOCIACIÓN DE JUBILADOS Y PENSIONISTAS
Juanita comenta que tras jubilarse y con tiempo ocioso constituyeron la Asociación de Jubilados y Pensionistas en el año 2003 con 90 socios. Una época donde organizaron multitud de excursiones gratuitas, comidas populares, clases de gimnasia y la fiesta de Santa Catalina con elaboración de paellas para todos los asistentes.
Una asociación que creció gracias a la ayuda de estas mujeres y otras de la población que trabajaron desinteresadamente para ofrecer a sus vecin@s distintas acciones y que finalizaron su etapa con un superávit de 3.300€.
Ahora Juanita, Teresa y Pepita disfrutan de su jubilación paseando por su Senija natal y recordando aquellos tiempos a través de fotografías en blanco y negro y de anécdotas vividas.
Gràcies pel vostre testimoni!
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