Conversamos con Pepe Martínez y viajamos por el tiempo a los inicios de esta empresa familiar de Benissa
Las paredes de esta empresa benissera, Muebles Martínez, albergan miles de historias, anécdotas, curiosidades, sueños de muchas familias, pero sobre todo, una bonita historia familiar y empresarial, que en el 2019 cumplirá 100 años de vida.
El Mirall de La Marina compartió unas horas con uno de los alma máter de esta empresa, ubicada en el número 7 de la avenida País Valencià, Pepe Martínez, un hombre que a sus 81 años de edad, recuerda con nostalgia la época vivida, el trabajo desempeñado, las horas dedicadas y los muebles que se fabricaban con tanto cariño de forma artesanal.
Con Martínez nos remontamos al año 1913, cuando dos hermanos, José y Batiste Martínez, miembros de una familia de cinco hermanos, deciden por necesidad, ponerse a trabajar. Entonces, “pensaron fabricar somieres de cama, hechos con madera y malla metálica en una casa ubicada en la calle Pare Melxor y para realizarlos adquirieron una máquina, que todavía se conserva, y así comenzaron su andadura”, explica Pepe, quien nos cuenta como anécdota, que al ser menores de edad, 13 y 15 años, tuvo que ser su padre quien diese de alta el negocio.
En 1919 decidieron fabricar el primer mueble, un armario de una puerta de 70cm de ancho, por ello se considera el 1919 el año de inicio de Muebles Martínez como fabricantes de muebles. “En un principio la empresa estaba a nombre de Cayetano Martínez, por la minoría de edad de los dos hermanos, y luego pasó a denominarse Hermanos Martinez, a finales de los años 20”, relata Pepe Martínez.
A principios de los años 30, deciden adquirir unos terrenos a las afueras de Benissa para construir la nueva fábrica, ubicación actual de la empresa, sin dinero suficiente para comprar el terreno, pactaron “con el propietario que le pagarían cuando pudieran”, cuenta Martínez, y “el propietario se fió de la palabra y así se hizo constar en el contrato de compraventa”.
Durante años, una vez finalizada la jornada laboral, José y Batiste, se dedicaban a fabricar bloques de hormigón macizo que iban almacenando para ser utilizados por los los albañiles de la construcción de la nueva fábrica a partir de 1935. Pero vino la guerra y José Martínez Mestre pasó 32 meses en prisión y se paralizó la fabricación. Durante esos años, el edificio, que había sido inaugurado en abril de 1936, fue confiscado por los militares como cuartel.
Tras finalizar la guerra, la mayoría de trabajadores volvieron a su puesto de trabajo y se reanudó la fabricación. Pero en mayo de 1940, José y Batiste se separan, debido a las complicaciones de la época y deciden continuar por caminos diferentes. José continúa con la fabricación de muebles y Batiste se inició en el negocio de la funeraria y alrededor de 1942 se acabó de pagar al propietario del terreno, al que agradecen su enorme paciencia.
Pepe Martínez nos relata bonitas anécdotas de la época, es como si viajásemos a esos años los 40 y 50, cuando una pareja de jóvenes de Laguar deciden casarse y planifican viajar a Benissa a comprar los muebles. Toda una aventura, ya que iban caminado hasta Orba allí cogían un autobús hasta El Vergel y desde allí la Unión de Benissa hasta llegar a la tienda.
“Lo primero que debían elegir los clientes era la tela de las butacas, y mientras elegían el resto de muebles, el tapicero iba tapizándolas”, cuenta Martínez sonriendo, y a media tarde, una vez elegidos todos los muebles, se cargaban al camión rumbo a Laguar . Al llegar, salía todo el pueblo a ayudar a descargar y se procedía a montar los muebles y, lo asombroso, es que cuando llegaba la hora de la cena, la familia invitaba a los montadores. Una vez finalizado el montaje, a veces de madrugada, se procedía a volver hacia Benissa. Esto era común en los pequeños pueblos del interior.
Llegaron los años 60 y los hijos de José Martínez Mestre, José, Jaime y Juan, se hicieron cargo de la empresa, cuyo primer paso fue modernizarla con la adquisición de nuevas máquinas. Además, se construyó una nueva nave, se añadieron máquinas y se contrataron nuevos trabajadores, llegando en ciertas épocas hasta los 40. La producción en esa época aumentó considerablemente por el auge del turismo y la construcción y durante un año todos los días se iba a Benidorm a montar armarios en los nuevos edificios.
LOS BARCOS DE PESCA, LA OTRA EMPRESA MARTÍNEZ
Lo sorprendente y curioso es la otra empresa que montaron a principios de los 70 cuando empezaba a sonar el nombre de Marbella como punto importante del crecimiento turístico. Pepe Martínez nos cuenta que decidieron arriesgarse e invertir en algún terreno o local para montar una tienda de muebles en la zona. “Me desplacé acompañado de mi suegro Vicente Pastor, natural de Calpe, pero cuando llegamos allí vimos que los precios habían subido muy por encima de nuestras posibilidades y desistimos la idea”.
Pero, en lugar de volver a Benissa, decidimos visitar El Puerto de Santa María (Cádiz), ciudad hermanada con Calpe, donde vivían muchas familias calpinas. En mi mente comenzó a fraguarse una idea: construir una barca de pesca, afirma el empresario, y al comentar el tema con la familia de mi mujer, de familia marinera, “el entusiasmo crece y lo que al principio surgió como algo en plan de guasa, acabó cogiendo forma y los tres hermanos Martínez nos embarcamos en una aventura empresarial en un mundo que desconocíamos”.
En 1971 construimos el primer barco, en los Astilleros Belliure de Calpe, para faenar en el Puerto de Santa María y lo bautizamos con el nombre de “Villa Benissa” empezando a pasear el nombre del municipio por el Atlántico.
Dos años mas tarde, se construyó el segundo barco “Martínez García” y cuatro años después, en sociedad con familiares y amigos de Calpe, se construye el más grande de todos. Un barco congelador de 80m de eslora para faenar durante meses sin tocar puerto y con sede en Huelva, cuyo nombre era “Cala Fustera”. Como anécdota, nos relata, este barco se perdió porque fue secuestrado por militares en Lagos (Nigeria) y no se pudo recuperar nunca, lo que supuso una gran pérdida de dinero. Al mismo tiempo, se adquirió otro barco en el Puerto de Santa María, ya construido, de nombre PERTUR.
El último barco que se construyó fue en el norte, en Orio (Guipuzcoa), para faenar en el puerto de Calpe y su nombre fue “Mediterrani». Durante más de 30 años, “compaginamos el negocio del mueble con otro, menos conocido por todos, como el de la pesca”, resalta.
Historias que podrían llenar miles y miles de hojas llegando a finales de los 90, que los costes de fabricación eran muy elevados y la competencia con grandes fábricas de muebles de la zona de Valencia era terrible, por lo que se tomó la decisión de abandonar la fabricación propia y dedicarse únicamente a la venta de muebles.
Durante los últimos veinte años, la empresa se ha ido reformando y reconvirtiendo la antigua fábrica en nuevas salas de exposición, en total 8.000 metros cuadrados, donde poder ofrecer el máximo de estilos a nuestros clientes.
Cien años dedicados al sector del mueble, cien años de historias, de anécdotas vividas, pero sobre todo 100 años de pasión por este oficio.
1 comment
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Ana Maria Cabrera
10/06/2017, 5:49 amMi padre que hoy tiene 94ños cuenta que trabajo en Muebles Martinez, cuenta algo que en los dias de hoy parece impensable, que le ponia cintas nuevas a una maquina, y que se ponia a trabajar a destajo, y que cuando le pedian un dormitorio, lo tenia hecho con.antelacion, y algunos dias no iba a trabajar a la fabrica, para poder compartir esta actividad con otra y en tiempos de.la.posguerra para sacar a su.familia adelante, ya que sus padres estaban enfermos. Cuando cuenta esto, sonrie, porque, tiene un buen recuerdo.de esa etapa de su vida.
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