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María García, una vida dedicada a la uva de moscatel

María García, una vida dedicada a la uva de moscatel

En “Miralleros en Blanco y Negro” entrevistamos a esta vecina de Benissa

La vida de María García Buigues es un fotograma en blanco y negro donde miles de imágenes transcurren rodeada de esa apreciada uva de moscatel, en su almacén con esas mujeres que le ayudaban a cortar, limpiar y preparar en cajas esos racimos de uva para comercializar y junto a su amado esposo, Vicente Cabrera, y sus hijos, Joaquín y María Francisca.

María, nacida en Teulada hace ahora 85 años, pero afincada en Benissa desde hace 58, nos recibe en su casa para rememorar su pasado. Abuela de Dani, Elena, Adrián e Izan su vida ha girado en torno a la uva de moscatel. Unos pasos que siguieron sus hijos y ahora su nieto, Dani. Él es la quinta generación de “Uvas Cabrera”.

María García

Hablar de María es hablar de trabajo, lucha, constancia, valentía y mucho esfuerzo. Sus manos la delatan, castigadas de tanto duro trabajo, porque la vida de esta “Mirallera en blanco y negro” es digna de escuchar. Al formularle la primera pregunta, sus ojos vívidos se vuelven vidriosos, su piel de “gallina” y su mente se activa al recordar con tanta claridad su vida, su pasado y a su amado esposo.

María García

¿Cómo conoció a su marido?

En la “Fira i Porrat de Sant Antoni”. Fuimos mis amigas y yo a Benissa y allí nos conocimos. Estuvimos saliendo unos 4 años y nos casamos por la fiesta de Sant Jaume un 23 de julio y al regresar del viaje de novios empezamos a trabajar la uva.

Vicente se encargaba del campo y yo del almacén, ubicado en aquel entonces en la avenida País Valencià y luego nos trasladamos al actual, en la calle Lluís Vives.

María García

¿Recuerda cómo fue esa etapa de trabajo?

Claro que sí. Muy dura y a la vez muy gratificante. Llegué a tener a 40 mujeres trabajando en el almacén. Era un trabajo muy pesado donde le dedicábamos muchas horas, todo muy manual, incluso las mujeres nos descargábamos la uva que venía del campo y cuando estaba arreglada a los camiones con tan solo la ayuda de una carretilla.

Además, tenía que combatir con los asentadores de muchas ciudades, en un mundo donde todo estaba regido por hombres, excepto una mujer. Primero se comercializó con el nombre de “Vicente Cabrera” y luego “Frutas María” y se destinaba al mercado de Alicante y luego a Barcelona, Zaragoza, Madrid, Pamplona, Bilbao, San Sebastián, entre otros.

María García

¿Cómo era el trabajo en el almacén?

Las mujeres cantábamos canciones típicas para amenizar la jornada e incluso cuando se alargaba mucho les preparaba la merienda. Había años que después de cenar volvíamos para preparar la uva de Nochevieja que venía de Novelda. Lo preparábamos con cestitas pequeñas de 1 kilo y bolsitas con las 12 uvas.

María García

Todo muy manual y costoso. Al principio, recuerdo que la uva se preparaba en cajitas de 10 kilos que iban tapadas con una madera y luego se cambió por una “camisa” que le llamaba yo donde se tapaba toda la caja con un papel a modo de camisa. Claro, costaba más que ahora.

Una trabajo laborioso y delicado

Mucho. Cuando veía que alguna mujer no cogía bien la uva y no la trataba bien, me lo sentía en lo más hondo de mi corazón, porque es una fruta muy delicada, que se debe coger bien para no sacarle ningún brillo.

María García

¿Y las campañas duraban mucho?

Sí, porque nosotros empezábamos por Sant Jaume con una clase de uva primeriza. Continuábamos con la uva de moscatel hasta octubre y al finalizar venía la uva de Novelda. Así que hasta diciembre no se terminaba.

Además de la uva trabajábamos distintas futas para comercializar, como naranjas, limones, tomates, nísperos y peras. Trabajábamos sin descanso de una campaña a otra. Y, sabes, (cuenta entre risas), para sacar brillo a la fruta la poníamos dentro de un saco y entre dos mujeres la movíamos, hasta que compramos una máquina.

María García

Un matrimonio que trabajó muchísimo y donde las condiciones climatológicas jugaban a veces malas pasadas

Así es. Al ir tanto a comprar uva en el Vinalopó mi marido decidió invertir en esa comarca y comprar una finca en Hondón de las Nieves el año que se casó mi hijo Ximo. Hará alrededor de unos 35 años. Ese mismo año hizo una gran granizada que arrasó con toda la cosecha, incluso los sarmientos fueron dañados, por lo cual fue una auténtica ruina para la familia.

María García

Pero todo ese trabajo y sacrificio ha valido la pena, ya que sus hijos y nieto han continuado con el negocio familiar ¿No?

La verdad es que sí. Cuando yo mi jubilé continuaron con el negocio mis hijos (Ximo y Francisca). Y en la actualidad, Ximo y Dani lo dirigen, cuarta y quinta generación. Es una gran satisfacción (se emociona), yo solo digo que si su padre viviese y viera lo que están haciendo hijo y nieto…. Ufff….

María García

Toda una vida…

Ha sido una vida dedicada a este mundo donde cada día le doy consejos a mi nieto, pero la verdad, no le hacen falta, porque de bien pequeño lo ha vivido junto a su abuelo.

Lo volvería a repetir si viviese mi marido, porque ha sido un trabajo de equipo, de mucha lucha, pero también de satisfacción. Tengo mucho trabajado en esta vida, pero ha sido mi forma de vida.

Gràcies María per aquesta conversa. Un gust d´escoltar i viure amb tanta intensitat una vida dedicada a aquest ofici

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