El paisaje es muy desolador por la falta de lluvia
Las cepas centenarias de uva moscatel en Teulada Moraira y, prácticamente en toda la comarca, mueren a causa de la sequía. Un municipio que siempre ha alardeado del rico patrimonio artístico que dibuja un tapiz de vegetación y viñedos, algunos de ellos bañados por el azul del Mediterráneo, donde da su fruto esa variedad de uva moscatel de Alejandría tan apreciada. Ahora esas cepas no brotan por la falta de lluvia.
En www.elmiralldelamarina.es lo pudimos comprobar de primera mano adentrándonos a esos campos de cultivo de uva en el término municipal de Teulada junto a dos agricultores, Juanjo Buigues Ivars y Vicente Coello Oller.
Juanjo conocido por todos como “Nadalet” es la segunda generación de uvas “Rosalía” y lleva en el oficio 25 años. Tanto él como su padre están desolados de ver en qué situación se encuentran sus campos de cultivo. Según nos explica, la Unió Llauradora cuantifica las pérdidas para los productores de uva de mesa moscatel de la Marina Alta en alrededor de 1,65 millones de euros, tras echarse a perder por efecto de la sequía más de 1,5 millones de kilogramos y muchas cepas morirán secas también.
“Las cepas necesitan agua y desde septiembre del pasado año prácticamente no ha llovido, ha hecho mucho viento de poniente y no han podido brotar. Por lo tanto, no se podrá recolectar casi uva ni cuidar la planta, porque cepa que no brota muere. Si hubiese llovido mínimo 200 litros de agua la planta hubiese sobrevivido y en todo el año habrán caído unos 35 litros”, lamenta Buigues.
VIÑAS DESDE EL 1925 MUEREN
Viñas existentes en Teulada Moraira desde el año 1925 que aún perduran en muchos bancales van a morir, recalca el agricultor.
En esta época del año, apunta Vicente Coello, “ya llevaríamos unas tres semanas «desmondando» y en estos momentos se observa que la planta brota, muy lento, porque no puede por falta de agua”.
Vicente es la tercera generación de “La Falla”. Al igual que Juanjo se ha criado en este oficio que le han inculcado sus padres. Aunque lleva 6 años dedicándose de pleno es un joven agricultor que lo lleva en la sangre.
Juanjo y Vicente defienden la tierra, ese amor y pasión al cultivo de uva moscatel. Un oficio duro, sacrificado, que depende mucho de las condiciones meteorológicas, pero lo que está pasando este año nunca lo habían visto, ni sus padres.
PÉRDIDAS DEL CIEN POR CIEN
En Teulada Moraira, recalcan ambos, “las perdidas entre la uva destinada a mesa y vino será aproximadamente de un millón y medio de kilogramos. En algunos casos la merma de la cosecha será del cien por cien, algunos campos se salvarán por la instalación de riego automático de agua”.
Además, el cultivo de la uva de mesa es de gran importancia para este municipio y para toda la comarca de la Marina Alta. Su desaparición progresiva supondría un grave perjuicio, no ya solo desde el punto de vista económico con la pérdida de numerosos puestos de trabajo, sino también social y cultural, pues buena parte de las localidades realizan jornadas monográficas en torno al cultivo y la pérdida de campos cultivados provocaría un daño muy grande para el paisaje.
RIEGO DE SOCORRO
Los agricultores reclaman a las administraciones riego de socorro, sin riego está comprobado que la planta no puede vivir con lo que está pasando con esta fuerte sequía. “Necesitamos una respuesta eficaz porque el futuro está en juego y la continuidad del cultivo de la uva de moscatel en la localidad. No se pueden asumir sequías de este nivel que afectan a las cepas y se mueren. Y con ellas todo el trabajo de nuestros antepasados que han luchado por ese cultivo que perdurara generación tras generación”, sostienen ambos.
“La situación es desesperante y muy triste. Ver cómo esos campos de vid están muriendo. Necesitamos que nos ayuden porque la situación es de urgencia. Está en juego que se pierda la seña de identidad de esta localidad, la uva de moscatel y toda su tradición, ya que hay muchas fiestas ligadas al moscatel”, comentan.
Una uva que siempre se ha caracterizado por ser muy especial por su orientación al mar, cuya brisa marina le ha otorgado a esa variedad un sabor y color especial, seña de identidad de un pueblo. Ahora, solo podemos contemplar un paisaje triste, con cepas centenarias llorando por falta de agua y donde se necesita una respuesta urgente para combatir con esta sequía tan fuerte que azota en la localidad y en la comarca.
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