Qué mejor manera que estrenar el mes de octubre con una nueva entrevista en nuestra nueva sección “Miralleros por el Mundo” y una nueva protagonista, la benissera Mireia Ripoll Bertomeu.

De sobra es conocida: diseñadora gráfica, empresaria, aventurera, risueña, extrovertida y sobre todo una persona que contagia con su energía, entusiasmo y personalidad arrolladora.

Pero un día, en concreto, en mayo, llenó su mochila y puso rumbo a Filipinas. Su primera parada Port Barton, un pueblecito con mucho encanto y muy salvaje que pertenece a Palawan. Un lugar que le atrapó desde el primer instante donde estuvo más de un mes y medio haciendo voluntariado en una Guest House, Lunazul Filipinas.

Allí conoció a Juan y Riky, unos chicos españoles, que hace unos años también emprendieron su aventura hacia Filipinas, y los cuales ahora son sus grandes amigos. Después viajó por otras partes de Filipinas; Cebú, Bohol, Panglao, Siargao… “No hay rincón que no me guste y me enamore, cada uno con su belleza y peculiaridad. Pero en El Nido es donde he tenido una oportunidad de trabajo, y aquí llegué a finales de julio y aquí me voy a quedar no sé por cuánto más”, comenta esta joven benissera.

Mireia trabaja como guía turística en un barco haciendo islands hoppings de la compañía Olé El Nido Tours y sus dueños son españoles, los cuales hace unos meses le contactaron para ofrecerle esta oportunidad y ahí se quedó. Es la única guía en habla hispana de El Nido y en su barco la gran mayoría son gente española. Sus compañeros, son gente local y desde el principio le han ayudado a tener un mejor trabajo.

Pero ¿Cómo y por qué decides cambiar tu residencia?

Desde hace muchos años siempre había querido experimentar esta aventura, pero iba dejando atrás este proyecto, ya que siempre, aunque no lo pareciese, me había dado mucho miedo dejar todo y empezar de cero tan lejos de lo que durante muchos años ha sido mi casa y sin tu gente querida.

Pero soy de las personas que cuando se le mete algo en la cabeza, no para hasta conseguirlo, puedo dejar pasar el tren una, dos, tres, cuatro, cinco veces… pero hay un punto en mi vida, que tengo que hacerlo y arriesgarme. Creo que en esta vida no hay solo un camino, no solo existe una vida.

Nos enseñan a ser la mejor estudiante, a tener una mejor carrera y a ser la mejor en tu puesto de trabajo. A conocer a alguna persona para comprarte una casa, concebir vidas y a pasar el resto de tus días con una de esas rutinas. Lo respeto, pero no es lo que he sentido nunca que era lo que quería para mi vida. No he sentido qué tenía que seguir ese camino, esas “reglas” de la sociedad. Siempre me he sentido más libre.

He viajado en ciertas ocasiones por fuera de España, y hay mucha cultura por conocer y descubrir. Hace unos años estuve viajando por Tailandia con mi familia y conocí en el hostal que nos hospedábamos a dos chicos muy majos de nacionalidad filipina. En ese momento me dijeron una frase que se me quedó grabada y no conseguía olvidarla: Mireia, si Tailandia te está gustando, tienes que ir a visitar mi país, Filipinas. Mucho más salvaje, natural y con una gente…

De eso hace 5 años y al fin en el 2019 he podido realizar uno de mis sueños, conocer Filipinas. Pero lo mejor es que esos dos chicos tenían razón, Filipinas enamora.

No fue fácil decidir dejar mi trabajo fijo, con un buen horario y un salario medio español. No fue fácil poner todo en cajas y dejar mi vivienda, aunque fuese de alquiler. No fue fácil despedirme de mi familia y amigas y amigos. No fue fácil darte cuenta que no tienes mucho dinero, pero que lo quieres intentar a pesar de ello. No fue fácil pensar que no sabes con qué te vas encontrar, que no conoces a nadie, si voy a poder encontrar mi sitio o no… No fue fácil pensar que cuando vuelva a Benissa voy a tener que empezar de nuevo de cero.  Pero todas esas dificultades, me han hecho estar aquí y así.

En el mundo hay mucho más que vivir en una dirección, y no me quiero perder ninguna de ellas.

¿Qué es lo que más te gusta del país en el cual vives ahora?

Lo primero que me viene a la cabeza cuando me hacen esta pregunta es LA GENTE. Personas encantadoras, alegres y con un corazón enorme. Un detalle curioso de la gente filipina, es que les encanta el karaoke y en casi todas las casas tienen uno y en todas las celebraciones se canta el karaoke.

Pero a parte de este dato curioso, su gente me ha enamorado. Tienen una sonrisa constante, tienen mucha calma y a pesar de que no viven en las mejores condiciones, son felices. Te estoy hablando de la gente que no vive en las capitales, porqué sí es verdad que ahí se respira otro aire, pero como en todas las ciudades grandes del mundo. Por desgracia ahí hay mucha diferencia social y mucha pobreza.

En los pueblos se alimentan básicamente de arroz y pescado. Ese es su plato principal y lo que pueden comer 3 veces al día, hasta para merendar. Hay gente que no tiene ni electricidad en sus casas, pero luego son los primeros que te ayudan. Por ejemplo, se me rompió la moto y un hombre mayor y su nieto (digo yo que era), enseguida nos ofrecieron su ayuda y nos llevaron en un triciclo de campo al primer taller mecánico y se preocuparon todo el rato por nosotros.

O otro ejemplo, un amigo local que poco tiene, pues el otro día aún ayudando a otra familia que menos tenía y les ayudó con comida. Es gente feliz, gente con corazón y humana.

Y a parte de su gente, yo amo a la naturaleza y aquí me encuentro en uno de los sitios más salvajes del mundo. Y no solo la parte turística de playas, islas famosas, lagunas, etc., que es preciosa. Hay mucha selva y muchos rincones cero turísticos que cuando puedo voy con mi amigo Jack y descubrimos muchos rincones donde solo vive gente de aquí. A cada cual que voy descubriendo más bonito. Filipinas no es solo playa y sol.

Lo que también me encanta es cuando las familias preparan el arroz para secar y lo ponen en medio de la carretera… son cosas tan curiosas. O los campos de arroz inmensos e inacabables con un color verde fluorescente que no he visto en ningún lugar.

Básicamente hay muchas cosas que me encantan, pero también hay muchas otras que contrastan mucho.

¿Qué es lo que más curioso que te has encontrado?

Me acuerdo cuando llegué por primera vez a Port Barton, cuando se hizo de noche, no había luz por el pueblo. De repente eran las 18 horas de la tarde y ya no había más luz. Calles sin asfaltar, con agujeros, bichitos varios que no veías y las casas casi sin luz. Y en una de esas esquinas de la calle de tierra, había una mujer que vendía pescadito o algo de verdura, según el día y que siempre tenía puesta una mini radio con música filipina. Cada vez que pasaba por delante la saludaba y ella con una sonrisa de oreja a oreja y casi sin dientes, se ponía a bailar y yo la acompañaba. Pero lo más heavy, es que vivía allí mismo, en un cuartito justo al lado del mostrador y allí hacía su vida y se le veía tan feliz. Siempre rodeada de niños y niñas… Ella tenía unos 70 años.

También lo que le encanta a la gente de aquí es el azúcar, les chifla, están como enganchados. Eso provoca que mucha gente tenga pocos dientes, ya que muchos de ellos no tienen la costumbre de una higiene bucal.

Otra cosa muy graciosa, es que de repente puedes ver en un negocio a 8 personas que en teoría trabajan ahí, pero luego casi nadie te atiende o con mucha calma te hacen algo de caso… Yo me meo con estas cosas. Entrar a una tienda y que esté durmiendo en el mismo mostrador, o entrar y que no haya nadie y tener que esperarte 15 minutos fácilmente…

Ah!! Y la facilidad que tienen de dormirse en cualquier lugar, esquina, triciclo, barco… en un segundo ya están durmiendo. Podría estar así un buen rato sin parar, de cosas curiosas filipinas. Por cierto, tienen muchas palabras en español, como los números, los días de la semana y del mes… Les encanta la gente española y eso que cuando estuvieron aquí 300 años los españoles, mucho bien no hicieron.

¿Te costó mucho adaptarte a las costumbres del país?

Quizá lo que más me costó fueron las horas de sueño. Aquí a las 4 o 5 de la madrugada ya está cantando el gallo, ladrando el perro o los cerdos gruñendo. Y ahora que vivo más en el centro de El Nido, aquí son los ruidos de las obras, que eso sí, siempre están haciendo alguna construcción nueva. Filipinas silenciosa digamos, no lo es. Pero ahora duermo mucho mejor que lo que dormía en Benissa.

Quizá también el tener que mezclar toda la comida con arroz blanco hervido y ya.

O como en todos los sitios, el ser mujer y el no poder en x ocasiones sentirte libre al 100%.

Los mosquitos y variedad de bichos irreconocibles para mí, que me picaron miles de veces y ya se me han quedado las marcas para siempre. No me dejaban dormir y bueno, algún día aún me pasa, pero como siempre, el cuerpo se adapta a todo y ahora ya no me pican ni la mitad. Pero llegué a tener más de 200 picaduras en un mismo día por todo el cuerpo.

El no tener electricidad siempre, agua caliente o conexión a la era digital… me lo preguntan mucho y eso no me costó nada. Me adapté muy bien.

A la calma y al hacerlo todo tranquilamente, tampoco me ha acostado mucho adaptarme, me gusta, se respira de otra manera. Y un punto de inflexión fue el idioma, no es mi punto fuerte el inglés, pero con valor y no teniendo vergüenza, voy aprendiendo cada día.

La verdad es que creo que Filipinas me estaba reservando un huequito para mí.

¿Qué echas de menos de Benissa?

Buf….la comida y el llamar a tus amig@s e ir a tomar unas birras en los bares de tu pueblo.

O esos guisaditos de la mami.

Iría a pasar una semana y me volvería para poder ver y disfrutar a mi gente.

¿Hay algún lugar, sabor u olor que te recuerde a la localidad donde naciste?

El estar rodeada de mar. En Benissa tenemos unas calas maravillosas, las cuales también amo y claro que echo de menos. Cuando mis amigas o familia me mandan fotos de la cala el Baladrar o la Llobella, se me ponen los ojos brillantes.

Quizá nada más, somos muy diferentes.

En una balanza cuáles serían los pros y contras de tu nuevo país de residencia

El contra es estar tan lejos de tu pueblo y de tu gente. Y que no soy una persona rica y no me puedo pillar un billete y luego volver tan fácilmente. Aquí el trabajo que tengo no es para hacerme rica económicamente, sino hacerme rica emocionalmente, personalmente…

Un poco la comida es más complicado aquí, pero al final, hambre nunca paso y disfruto comiendo lo que sea.

Ratas, cucarachas, insectos que te pican… quizá eso molesta a veces un poco, pero ya convivo con ellas.

De los pros; su belleza, el sol, la lluvia, el olor a selva, las aventuras diarias, en qué cada día es muy diferente al anterior y cada día cuando me levanto es una incertidumbre y todo en calma.

La gente bonita tanto local, como turista que conozco y algunas de ellas sé que nos volveremos a encontrar. Por suerte he conocido a gente maravillosa que viaja y quiere realmente descubrir la cultura filipina y lo disfruta y se deja llevar. Gente con un corazón enorme, nos vemos por el mundo, ha sido un placer compartir con vos esos momentitos.

Y poder ayudar a que el océano y las playas de Filipinas, ahora concretamente de El Nido, a estar más limpias y fuera de plásticos. Pertenezco a una organización que todas las semanas sale a hacer limpieza en general y cada vez somos más.

Por favor, hay que cuidar la madre tierra, el universo es de todas y todos. Ámalo y respétalo.